Roger Santiváñez - Escrito en la oficina
Poemas Peruanos - Un pódcast de Copy Paste Ilustrado
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Para escribir un poema sentado en la oficina. -Qué hacer revisando archivos, fichas, soledades de papel membretado y pelikanol? "Sí, Buenos Días" "De parte de quién?" Canción que fue a perderse por los hilos telefónicos, aullido de un perro en la vecindad. Esto es para llorar y no hay ningún consuelo entre papeles quemados en mi memoria y tableteo de metralletas en las zonas liberadas La canción queda varada por las innombradas calles, por las innombradas y silenciosas avenidas iluminadas amplias autopistas en la noche neón y mercurio sombras de neblina rocío de los cuerpos en el frío y la aproximación de la madrugada. Oh qué hacer los buses cansados se pierden en la distancia y no hay nada que se parezca a la vida ni a la muerte nada que merezca ser recordado ni escrito ni cantado entonces qué canto aquí en mi canto sino el vacío de las páginas en blanco los próximos poemas un juego inútil sensitivo para tocar como el viento urbano la falda de las muchachas y ya no habrá manera de recordar un amor de estampar el silencio en la mañana de Junio diosa de la belleza de los deseos y las apariencias inesperadas el tableteo de las máquinas calculadoras obsede mi suave esparcimiento solitario el olor a tinta fresca en la pituitaria me recuerda mi nombre mi oficio mi silencio de fiera repentina pero quien será qué será en estos días cuello de botella La ciudad es una concha gigantesca la bahía un mar que la golpea sin misericordia ni crueldad y yo la veo caminar bajo los árboles hacia la cita con su amante compacto el frío en las casacas ajustadas pero qué sola se ve una flor en su maceta entre 2 muros y el parquet (de nada para nadie en el hueco del amor) la flor se tiende sobre mí y acaricia la sombra de la luz en las baldosas y se deja remecer por el aire tibio que acaso llega desde dónde no sé sino que al salir me esperan las amplias avenidas silenciosas con semáforos y soledades de asiento roto en micro—bús al trote de un caballo la ciudad se extiende como una peste o una maldición y los relojes se acercan a las 12 m. al viento muerto que respiro como cáncer de monóxido